jueves, 24 de junio de 2010

Libre de vieja levadura


“Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
II Corintios 5:17

Cierto día escuché a alguien cuestionarle jocosamente la forma en que alababa a Dios.
Su respuesta fue dulce y convincente: ‘Porque cada cual sabe de dónde él lo sacó; y a mí me rescató de la cárcel luego de 21 años.’
Sin embargo, solo después de escuchar a cabalidad su testimonio, comprendí por qué Eriberto Álvarez Remón (El Rubio), no cesa de alabar a Dios de forma desinhibida: a veces con cánticos, bailes, llantos o movimientos espontáneos. Lo cierto es que cuerpo y alma se funden armoniosamente para expresar ¡Gloria a Dios!
SENDAS DE MUERTE
“Me cursaban de grado sin tener el conocimiento. Era el recadero de los maestros. Pasaba los turnos callejeando”, confiesa Álvarez Remón.
En secundaria, la situación empeoró. Mientras el resto de sus compañeros adquiría habilidades en diferentes materias él no sabía leer ni escribir número o letra alguna. Su expresión carecía de concordancia y su vocabulario no se ajustaba a las exigencias del grado.
“Me comía la ‘guayaba’ (cubanismo usado para referir ausentismo), me iba para el río, La Vega, el Chapuzón, la manigua… incurría en altercados con alumnos, profesores, directivos del centro. Cuando vine a ver ya estaba en problemas con la justicia. Algunas personas hasta me pagaban para que me fajara con alguien. Algo que hacía si miramientos.
“Mi familia hacía dinero por vía ilegal. Me crié en ese ambiente, y crecí queriendo hacer lo que ellos.
“El afán por el dinero fácil me llevó a la droga y a otras faltas, inclusive a la violencia femenina. A los 19 años fui a prisión por matar a una persona.
“Fui sancionado a siete años de privación de libertad. A los seis meses me busqué un año y allí me empecé a complicar, a complicar y a complicar. En reiteradas ocasiones me celebraron juicio por una indisciplina u otra.”
Nadie podía contenerlo: ni policía, jefe de sector, presidente de CDR(Comité de Defensa de la Revolución), madre, padre, ejercían influencia sobre su personalidad.
Ni los ídolos a los cuales apostó su fe, ni los 14 padrinos que lo “amparaban” pusieron coto tempranamente a su temperamento y lo libraron de la oscuridad en que ellos mismos lo había adentrado.

                  EMBAJADORES 
                        DE CRISTO
“En prisión tuve varios encontronazos. Fueron 21 años y tres meses recorriendo cárceles: Camagüey, Las Tunas, Nuevitas, Santiago de Cuba, Manzanillo, San Ramón, todas las caminé de cordillera a cordillera.
“Me gozaba de esas cosas. Venía al tribunal y acababa con la propiedad social: mesas, ventiladores… toda indisciplina que cometía aumentaba mi penalidad y la de mi familia, que me dio un constante apoyo.
“A través de mi sobrino y su hermanita conocí la palabra de Dios. ‘Tío, Jesucristo te ama, Dios te ama. Dios quiere sacarte de aquí, acéptalo en tu corazón’, decían ellos siempre que me visitaban.
Nunca dije, ¡No me hablen de eso!; solo escuchaba en silencio, sin difamar de la palabra.
“Posteriormente mi hermana aceptó a Cristo como salvador. Ya eran tres miembros de mi familia en manos de Dios. Siempre oraban por mí, me traían casetes con textos bíblicos, compartían palabra conmigo, testimonios, y en una de esas ocasiones acepté a Cristo. Desde entonces el Señor comenzó a tratar conmigo.
“A los 15 días salí de libertad condicional, petición que me habían denegado siete veces, imagínese, demasiadas indisciplinas, lesiones, un muerto…-’una persona así de rebelde era preferible tenerla tras las rejas’-, se dirían en los tribunales.”
“Cierta noche sentí una voz que me susurró tres veces: ‘¿Hasta cuándo vas a estar preso?’ Yo sacaba la cabeza del mosquitero, adormecido y me decía, ¿Quién me habla? Ponía el ventilador, la grabadora, y volvía a escuchar la voz: ‘¿Hasta cuándo vas a estar preso? Me levanté y dije: ¡Hasta hoy!
“A la semana, mientras trabajaba en el pediátrico de Bayamo, capital de la sur oriental provincia cubana de Granma, me mandaron a buscar de la prisión.
“Confieso que tenía deseos de irme de la ciudad y ‘dejársela al guardia en la uña’, pero algo me aguantaba. Era Dios tratando conmigo.
“Cuando llegué me notificaron la libertad. Mi respuesta de júbilo fue un estridente ¡Gloria a Dios!
“Dios es maravilloso, me faltaban todavía como ocho años para salir. Conocí al señor de esa forma, desde entonces fue buscándolo en todo tiempo. “
DIOS DA LA VICTORIA
“Antes de salir en libertad, pedí al Señor un ministerio de fuego para predicar su palabra constantemente. Quería mostrar mi agradecimiento a Jehová por la salvación de mi alma y haberme perdonado tanto pecados. Buscaba a diario de su presencia. Deseaba llenarme de él cada vez más.
“El Señor me había revelado en sueños que mi ministerio sería evangelizar.”
Desde entonces- refiere Dairel Vega, líder del grupo evangelístico Guerreros de Cristo, de la Iglesia Santidad Pentecostal Roca Fuerte, de la Ciudad Monumento Nacional- no había lugar que no recorrieran hermanados por la palabra de Dios, llevando salvación a las personas, convenciendo a quienes dudaban y a otros, arrebatándolos del fuego.
Lo cierto es que en la cuadra no hay un vecino al cual no le ha llevado palabra de vida; y en hospitales, placitas, mercados y calles proclama a los cuatro vientos la bondad infinita de Jehová.
“En mis oraciones clamaba por una sierva. No cualquiera, sino la que Jehová destinara para mí. Recuerdo que al día siguiente de salir de prisión tocaba culto y me presenté. En la primera que me fijé fue en Clarisbel Borges Zamora (actualmente su esposa).
“Cinco hermanos, me habían confesado su interés por ella, incluso oraban en secreto.
“Coincidentemente yo y ella estábamos en el mismo ministerio, guerreando por el pueblo de Dios.
“Pero ya Dios me había revelado que era mía la victoria. Dios no le va a dar a cualquier hombre cualquier mujer y viceversa. Le entregará a uno la mujer que se merezca y la que Dios estime conveniente.”
“Hoy por hoy, fuera de Dios no soy nadie y sin Dios no soy nada. Llevo casi siete años y pico en los caminos. Tengo un ministerio de fuego para servirle a Dios; una esposa que hasta hoy ha sido de gran bendición, y gracias a Dios muchos de mi familia al ver mi testimonio se han convertido a Cristo.
Comentan quienes en ocasiones caminan con él por las calles predicando la palabra o camino a la iglesia que algunos integrantes del cuerpo de policías, conocedores de sus fechorías y de su mala fama, le dicen: ‘Rubio, no te alejes de los caminos de Dios, mantente ahí, que ahora sí sé que de verdad existe un Dios.’
Es posible que tú hayas incurrido en faltas similares, de menor o mayor grado de gravedad. Conoce que Dios no hace acepción de personas y que puede tener un trato especial contigo sin reparar en cuánto hayas errado.
Él tiene el poder para hacerte nueva criatura, para librarte de aquella vieja levadura y transformarte en una masa compacta y capaz de exhalar su propia fragancia. Solo déjate guiar por él y haz su voluntad. ‘Encomienda a Jehová tu camino; confía en él, y él hará.’
                               Texto y Fotos Anaisis Hidalgo Rodríguez

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